Hoy domingo 15 de enero del 2017, amaneció con temperatura mínima de alrededor de 8 grados centígrados y la máxima no pasaría de los 19 grados, en lo personal, un día para agradecer a Dios considerando nuestro largo y ardiente verano.

Ya desde temprano inicié el día con la deleitable costumbre de tomar una taza de café soluble (el colado es muy fuerte para mi) y en lugar del otrora típico periodico impreso  matutino, informarme en mi teléfono inteligente de las novedades en mis grupos y contactos  del whatsapp, Facebook, Twitter y sitios noticiosos.

Entre las noticias que más llamaron mi atención, fue de la marcha convocada por algunos líderes ciudadanos para protestar en forma pacífica en contra del «gasolinazo» lo cual ya repercute  en los bolsillos de los consumidores finales, en mi caso, ya evidente en los precios del supermercado, tiendas de conveniencia, tortillerías, etc.

Recuerdo haber vivido otras crisis en nuestro querido y maltratado país, pero el nivel de hartazgo de nuestra gente está aumentando en la misma proporción que nuestros gobernantes se alejan cada vez más de la realidad que vivimos la inmensa mayoría de los mexicanos. En mi percepción y la de muchos resulta indignante que los gobernantes estén sumando privilegios tan costosos y que manejen (en su mayoría, no todos) un discurso que trata de minimizar los efectos del «gasolinazo». Esta contradicción tan obvia sólo los pone en evidencia ante las miradas no sólo de las personas con estudios sino también ante las de origen más sencillo.

Así que para mi «la mesa estaba puesta» la indignación ahí está, el día, un domingo de descanso laboral, también, el apoyo de muchos ciudadanos cómo yo, ni se diga. Pues a participar, me dije. Tomé un tranporte urbano rumbo a la ya simbólica plaza Emiliana de Zubeldía y esperé al igual que mucha gente a que llegase el contingente que venía desde la confluencia de los bulevares Kino y Abelardo Rodriguez.

Al llegar me quedé a la altura de las escalinatas del Museo de la Universidad de Sonora, el ambiente era relajado, había personas de diferentes edades y hasta niños, pocos pero los había, uno de los manifestantes calificó la marcha además de pacífica, alegre.

Haciendo un parentesis, a decir de uno de los maestros que más admiro en nuestra ciudad, el Padre Tomás Herrera, nos invita a establecer con nosotros mismos un «Pacto con la alegría» en consideración al tiempo navideño en el que se facilita la abundancia en todos los aspectos y que nos ayuda a sentirnos más felices, en fin, esa suma de sentimientos y actitudes que es bueno mantener todo el año.  ¿Y por qué menciono esto? Porque la alegría, el sentido del humor, reír, sonreír, bromear, es fundamental para una vida sana, creo que cada uno de nosotros por más fregado que este, siempre buscamos momentos así, que nos reanima y conforta. Nadie nos debe robar la alegría de estar vivos.

Y como les decía, mientras esperaba con el resto de la gente, busqué caras conocidas con quienes hacerme acompañar, no las encontré, me detuve en la presencia de un hombre que también estaba sólo y le pregunté a que horas llegaría el contingente inicial y me alertó de su proximidad, una vez «roto el hielo» me compartió su visión de la realidad política de nuestro país, mencionó que Benito Juárez fue un hombre admirable que tenía un gran amor a la patria, además de valiente, ya que enfrentó a los invasores Franceses, viajando a lo largo y ancho del país hasta que triunfó. Además de mencionar sus famosas Leyes de la Reforma lo que obligaba al «Benemérito de las Américas» a trabajar día y noche.

Una vez que me sume a la marcha, esta iba acompañada de diversas consignas en contra de los gobernantes en turno de todos los niveles, el sentimiento general, como ya lo mencioné, era festivo, toda una fiesta cívica. Cuando llegamos a nuestro destino, en el centro de gobierno, escuchamos a varios oradores y lo que me quedó es lo siguiente:

Coordinar un movimiento social de esta magnitud no es una tarea fácil, pues aunque la indignación nos reune, muchos nos diferenciamos en la manera de entender las causas que provocan la crisis de nuestra nación, por ejemplo, hay quienes atribuyen «el gasolinazo» a la reforma energética, a la cual la califican de vender a manos extranjeras las riquezas de la nación, pero también hay quienes creemos que la reforma energética es para ofrecer un ambiente de competencia y no de monopolio, donde haya mejores precios y servicios. Hay quienes creen que las instituciones politicas deben de desaparecer y quienes creemos que estas tienen que representar el sentir ciudadano y para ello deben ser cuidadosamente supervisadas como sucede en algunos países del primer mundo..

Parafraseando al senador Búrquez (PAN) lo que la mayoría queremos es «que el dinero esté en los bolsillos de la gente y no de la clase política». Para ello ya lleva tiempo promoviendo la reducción del 50 % del presupuesto a los partidos políticos. Por supuesto vendría bien una reducción más allá del 10% propuesto por la federación para altos funcionarios, ya que si a los ciudadanos nos obligan a «abrocharnos el cinturón» lo justo es que también ellos lo hagan y sino, la nación se los seguiremos demandando.

En lo personal, sigo simpatizando con el PAN, creo en los cambios pacíficos e institucionales, no creo en la anarquía pues es sinónimo de desorden y nadie se beneficia con el. Creo que ya no se mira una democracia con ciudadanos pasivos que esperen a que el gobierno les resuelva sus problemas, eso no va a suceder,se mira una democracia con cada vez más ciudadanos participativos en las decisiones de gobierno.

Creo que tenemos un largo y doloroso camino por recorrer, pero con la esperanza bien puesta en un país con un futuro mejor para nuestros hijos.

Viva México!

 

 

 

 

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